El síndrome de las piernas inquietas es un trastorno neurológico que también se conoce como la enfermedad de Willis-Ekbom. Según las estadísticas, parece que afecta a millones de personas en todo el mundo, sin embargo, aún es una afección muy poco conocida. La Sociedad Española de Medicina Interna (FESEMI) aclara que “puede afectar hasta a un 10% de la población mundial”. Un porcentaje que es significativo.
Los síntomas que alertan sobre la presencia del síndrome de las piernas inquietas son significativos. Los pacientes suelen referir sensación de hormigueo, cosquilleo o picazón en las extremidades inferiores que suelen empeorar cuando hay periodos de inactividad. Por esa razón, el sedentarismo debe evitarse lo máximo que sea posible en personas que hayan sido diagnosticadas con esta enfermedad.
Las consecuencias de la enfermedad de Willis-Ekbom afectan a la calidad de vida y el bienestar de las personas que la padecen. Y es que debido a la sintomatología expuesta, es habitual que aparezcan dificultades para dormir que deriven en una fatiga que tenga un impacto negativo durante todo el día. De hecho, la somnolencia diurna es bastante común en los pacientes que han sido diagnosticados con el síndrome de las piernas inquietas.
A pesar de lo que actualmente se sabe sobre esta afección, y todos los estudios que se han realizado al respecto, todavía las causas no están del todo claras y generan muchas dudas entre los profesionales de la salud. No obstante, según la FESEMI, puede repercutir en la aparición de este síndrome un déficit de hierro o el uso de fármacos para la depresión. Asimismo, es importante realizar pruebas para detectar problemas en el sistema nervioso.
También, conviene tener precaución con algunos medicamentos, ya que parece ser que los antihistamínicos para combatir las alergias pueden provocar el empeoramiento de la sintomatología. Llevar una vida saludable en la que el ejercicio físico esté presente es crucial para evitar que el síndrome de las piernas inquietas afecte a la vida diaria.