La sífilis es una infección de transmisión sexual o ITS. Cuando una persona se contagia, contrae la bacteria Treponema pallidum, por lo que el tratamiento será con antibióticos con el objetivo de eliminarla y volver a estar sano. La forma de contagio habitual es a través de las relaciones sexuales con una persona infectada que tenga una lesión, como una llaga. Esto puede transmitirse tanto durante el sexo vaginal como oral o anal.
Hay casos en los que la sífilis puede contagiarla una madre infectada a su hijo cuando está embarazada. Se trata de una situación delicada, ya que la transmisión puede ser de manera intrauterina, no necesariamente cuando el bebé nace. Las consecuencias de un tratamiento tardío pueden ser muy graves para él: aborto espontáneo, nacimiento prematuro o muerte pocos minutos después de haber dado a luz.
Lo característico de la sífilis es que tiene varias etapas que son:
La mejor forma de prevenir la sífilis es utilizando preservativo en el momento de mantener relaciones sexuales. Asimismo, hay que tener cuidado con las llagas que puedan aparecer en la boca o en el ano, ya que estas también son vías de contagio que pueden hacer que la enfermedad siga propagándose.
Además, ante la presencia de cualquier llaga, aunque esta no duela ni genere malestar, conviene acudir al médico si se sospecha que puede deberse a un posible caso de sífilis o realizarse un test de enfermedades de transmisión sexual. El tratamiento consistirá en la toma de antibióticos que en las dos primeras etapas tiene muy buenos resultados. Sin embargo, ya en la tercera fase, las consecuencias pueden ser irreversibles, generando daños que vayan desde la ceguera, hasta la demencia.