SARS son las siglas en inglés con las que se conoce al síndrome respiratorio agudo grave, una anomalía respiratoria aguda causada por la infección del virus del SARS. Este virus y la infección que puede llegar a provocar pueden ocasionar dificultades intensas para respirar e incluso provocar mayores complicaciones de salud.
El SARS es un virus que se esparce en el aire cuando una persona contagiada tose o estornuda. Esta acción provoca que diferentes gotitas infectadas queden esparcidas en el aire y puedan contagiar a quien las inhale o toque mediante diferentes superficies. Hay que tener en cuenta que el SARS puede permanecer activo no solo en el aire, también en diferentes superficies como manos, mesas o pañuelos. Además, el SARS puede llegar a vivir en algunas superficies por largos periodos de tiempo cuando la temperatura para ello es la adecuada.
Actualmente el nombre de este síndrome es más conocido a nivel mundial tras el brote de SARS que ocurrió en 2003 cuando el virus se propagó por China, de pequeños mamíferos a personas. Aunque este brote de SARS se expandió rápidamente a nivel global, se contuvo en ese mismo año. Posteriormente, en 2019, comenzó la expansión mundial del virus SARS-CoV-2, un nuevo tipo de coronavirus que provocó la pandemia de Covid-19.
Los síntomas del SARS, aunque depende de cada persona y de otras características particulares, suelen aparecer aproximadamente entre el tercer y el décimo día después de producirse el contacto con el virus. Es importante tener en cuenta que una persona con síntomas activos puede ser altamente contagiosa para otro ser humano.