Una mascarilla es un objeto que se coloca sobre la nariz y la boca para evitar la inhalación de ciertos gases o sustancias. Por el contrario, cuando el portador de la mascarilla puede contagiar alguna enfermedad, también puede ser usada como elemento de protección hacia los demás. Este objeto, normalmente fabricado de tela o papel, se sujeta con una goma en la cabeza y debe ser ajustado correctamente a ella para conseguir una correcta protección de la inhalación de ciertos gases o sustancias.
Durante la crisis sanitaria originada por el SARS-CoV-2 en marzo de 2020, las mascarillas comenzaron a formar parte de las medidas de prevención para controlar la transmisión y contagio de dicho virus. Para conseguir una protección óptima, es fundamental utilizarla de manera adecuada. Para ello, es esencial que la mascarilla sea usada solo durante el tiempo que recomiende cada fabricante y, en caso de poder ser utilizada en más de una ocasión, es necesario que se garanticen las medidas de limpieza y almacenamiento adecuadas para asegurar su eficacia.
Durante la pandemia Covid-19 (SARS-CoV-2), las mascarillas recomendadas para conseguir una alta protección frente al virus son:
Hay que tener en cuenta que el uso de la mascarilla debe ser una acción complementada con otras medidas adecuadas de protección contra el SARS-CoV-2 como son el mantenimiento de la distancia social, la ventilación de zonas interiores, la higienización correcta de manos o la evitación de aglomeraciones.