Un fómite es cualquier elemento carente de vida capaz de transmitir un patógeno viable (bacterias, virus, parásitos u hongos), de un individuo a otro, siempre y cuando haya sido previamente contaminado con dicho patógeno. Por ello, un fómite también puede ser conocido como “vector pasivo” al actuar como mero medio de traspaso de patógenos entre personas. La piel, las sábanas, la ropa o el pelo suelen ser algunas de esas fuentes de contaminación más comunes.
De esta manera, si una persona infectada con un determinado patógeno tiene contacto directo con un elemento que actúe como vector pasivo, como por ejemplo las sábanas, sus tejidos pueden actuar como fómite si el virus queda en ellos y otra persona entra en contacto con el elemento infectado. Es así como, de manera pasiva, los fómites pueden ser parte activa de la propagación de diferentes agentes etiológicos. Por ello, tanto su identificación como una cuidadosa esterilización de los objetivos posiblemente infectados es imprescindible para minimizar los riesgos de contagio.
Es importante tener en cuenta que los fómites sólo pueden ser contaminados y, por tanto, solo pueden contaminar, si están en contacto con el patógeno en cuestión. Además, su capacidad de transmisión depende, en parte, de las características de la superficie del elemento contaminado siendo mejores transmisores de virus y bacterias aquellos materiales lisos, pulidos y no porosos.