Un adipocito es una célula cuya función principal es la de almacenar y liberar energía en forma de grasa para atender a las demandas energéticas del cuerpo. Esta se encuentra, por tanto, en el tejido adiposo del cuerpo humano y es muy común. Además de este cometido, tiene otros que también son importantes relacionados con el metabolismo y la inflamación.
Quienes tienen sobrepeso u obesidad tienen una mayor cantidad de adipocitos en el cuerpo. De hecho, su tamaño tampoco es igual en todas las personas. Esto puede ser un problema, ya que la acumulación excesiva de grasas en el tejido adiposo suele derivar en este tipo de enfermedades que pueden conllevar un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco o problemas, como la diabetes gestacional, en las mujeres embarazadas.
Si atendemos a las características concretas de un adipocito, nos encontramos que tienen un gran núcleo central lleno de una gota de lípidos que almacena la grasa. Asimismo, esta célula también secreta hormonas y proteínas para ayudar a regular la homeostasis del cuerpo. Por ejemplo, una de ellas es la leptina, que regula la ingesta de alimentos y el gasto energético, y la adiponectina, que regula el metabolismo de los lípidos y glucosa.
Asimismo, como mencionamos al principio, estas células tienen un papel importante en la respuesta inflamatoria del cuerpo. De hecho, contribuyen a secretar proteínas proinflamatorias que atraen a células inmunitarias al tejido adiposo para contribuir a la resistencia a la insulina e inflamación crónica relacionada con la obesidad.