La inflamación es un concepto que alude a un proceso biológico totalmente natural. Se trata de una respuesta del cuerpo ante una lesión, infección o daño en alguna extremidad u otra parte del cuerpo. El objetivo con la inflamación es proteger y reparar los tejidos que han sido afectados de la manera más rápida posible. Por eso, el primer paso de este proceso inflamatorio es la liberación de citocinas y quimiocinas con el objetivo de atraer células inmunitarias hacia el área afectada para que empiecen a actuar.
Uno de los motivos por los que la parte del cuerpo afectada se hincha, duele e incluso puede haber fiebre en ella, se debe a que los vasos sanguíneos empiezan a dilatarse. El objetivo de esto es incrementar el flujo sanguíneo para que esas células inmunitarias puedan llegar al área lesionada de manera más sencilla y en mayor cantidad. A esto se le suele conocer como la fase aguda de la inflamación.
Existen dos tipos de inflamación:
La inflamación es, por tanto, una respuesta necesaria para reparar los tejidos del cuerpo cuando estos se dañan, sin embargo, hay situaciones en las que esta respuesta dura más tiempo de lo normal. Las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, pueden provocar que el sistema inmune ataque por error, en este caso, a las articulaciones. Una situación que provoca que la inflamación genere problemas y se descontrole.