El término congénito hace referencia a una característica, rasgo o identidad de nacimiento que, normalmente, se adquiere por el desarrollo intrauterino. A pesar de lo que comúnmente se cree, una afección congénita no tiene por qué haberse originado por una causa genética. Estos rasgos de nacimiento pueden ser consecuencia de factores genéticos pero también puede deberse a causas químicas, físicas o infecciosas.
Por ello, un defecto congénito, es decir, un problema o afección que se desarrolla durante la formación del bebé, puede impactar en el funcionamiento del cuerpo, en su apariencia o en ambos. Dependiendo del tipo de defecto congénito y de la manera en la que afectan al desarrollo diario de la persona, los defectos congénitos pueden ser leves, medios o graves.
En cuanto al momento en el que se desarrolla el defecto congénito, aunque puede suceder en otro momento, normalmente suele desarrollarse durante los primeros tres meses de embarazo. Algunos de los factores más comunes que pueden influir en la formación de defectos congénitos son: