Se conoce como calibración al proceso con el que se comparan los valores obtenidos por un determinado instrumento de medición y con un patrón o referencia estándar. La calibración es, por lo tanto, un estándar de medición para determinar cuál es la relación entre el valor verdadero y el mostrado por el instrumento encargado de dicha medición.
En cuanto a la fiabilidad del instrumento en cuestión, es necesario garantizarlo mediante un estándar de medición. Por lo general, la calibración se realiza al menos dos veces, una antes y otra después de usar el instrumento de medición. Sin embargo, cuando se usa el instrumento de manera continuada, se debe calibrar también periódicamente y de una forma más estricta. Esto es lo que se conoce como “intervalo de calibración”. Para determinar cuál es el intervalo de calibración de un instrumento en particular, consulta las recomendaciones del fabricante y aplica teniendo en cuenta la frecuencia de uso.
En definitiva, el objetivo de la calibración de un instrumento es determinar si un instrumento se encuentra dentro de las tolerancias admisibles en el proceso para llevar a cabo un control exhaustivo. Sin la calibración adecuada de un instrumento o equipo, se obtendrían datos erróneos y, como consecuencia, se podrían producir errores en el proceso de producción, almacenamiento o modificación. Es fundamental contar con un histórico de calibraciones para poder comparar, mejorar, corregir y estabilizar las diferentes variables con el fin de poder obtener un proceso cada vez más eficiente y estable.