La sigmoidoscopia es un procedimiento médico por medio del que se examina la parte inferior del colon y del recto. Para llevarlo a cabo se emplea un sigmoidoscopio, que es un instrumento largo, delgado y que tiene una luz con cámara en el extremo. Se inserta a través del ano, y puede ayudar a diagnosticar y tratar algunas enfermedades.
Generalmente, la sigmoidoscopia se recomienda en aquellos casos en los que los pacientes presenten una sintomatología que permita sospechar de pólipos, úlceras, tumores y otro tipo de anomalías. Durante la prueba es posible recoger una muestra de tejido para analizarla posteriormente. De esta manera, también se pueden diagnosticar enfermedades como colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn.
Para poder someterse a una sigmoidoscopia, el paciente debe utilizar un enema o laxante que le permita limpiar el colon el día antes de la prueba. Asimismo, durante el procedimiento no se siente dolor, pero sí es verdad que se puede notar una pequeña molestia o presión. Normalmente, la sigmoidoscopia suele durar unos 10-15 minutos, aunque puede alargarse un poco más dependiendo de lo que los médicos vayan detectando.
La sigmoidoscopia es un procedimiento seguro y efectivo, pero que puede generar algunos efectos secundarios menores como gases, hinchazón o cólicos abdominales, aunque no sea lo más habitual. Gracias a esta prueba se puede saber por qué se está produciendo un sangrado rectal o los motivos por los que hay presencia de mucosidad en las heces. Paralelamente, puede realizarse una prueba de sangre oculta en heces para detectar, asimismo, la existencia de pólipos u otras anomalías cuando el sangrado no sea visible.