La poliposis es una condición médica caracterizada por la presencia de múltiples bultos que se localizan en el colon y el recto. A pesar de su nombre, y de que pueden variar de tamaño y de forma, muchos de estos pólipos son benignos siempre que se detecten y se traten de manera temprana. Pues, es cierto que si no se extirpan, con el paso del tiempo pueden acabar provocando un cáncer. Existen diferentes tipos de pólipos:
Existen algunos síntomas que pueden alertar de la presencia de pólipos en el colon y en el recto. Algunos pacientes experimentan sangrado rectal y otros cambios intestinales —estreñimiento y diarrea— que pueden confundirse con otras afecciones como el Síndrome del Intestino Irritable. Asimismo, si los pólipos crecen mucho, pueden dificultar el paso de las heces, provocando dolores y mucho malestar.
En ocasiones, los pólipos no producen síntomas porque son muy pequeños, por lo que si hay alguien en la familia que los haya tenido, lo adecuado es someterse a una serie de pruebas para detectarlos lo antes posible. La colonoscopia es un método muy eficaz para ello y permitirá extirpar los pólipos para que estos no se conviertan en cáncer el día de mañana. Un riesgo que se corre al no quitarlos.