El papanicolau es una prueba ginecológica que consiste en tomar una muestra de las células del cuello del útero y examinarlas para detectar cualquier cambio que pueda ser anormal en ellas. Suele recomendarse que las mujeres se sometan a ella cuando, en un examen rutinario, como una colposcopia, se detectan anomalías que puedan hacer sospechar que hay presencia del virus del papiloma humano (VPH) o un posible cáncer.
Para llevar a cabo el papanicolau, el ginecólogo inserta un espéculo en la vagina que la abre ligeramente para poder visualizar mejor las paredes del cuello del útero. Después, se usa un instrumento para recoger una muestra de las células que, posteriormente, se enviarán al laboratorio para su análisis y confirmación del diagnóstico.
La prueba del papanicolau es importante para detectar tempranamente el cáncer de cuello de útero o el VPH, sobre todo las cepas VPH16 y VPH18, que también puede terminar desembocando en esta enfermedad. Este virus no se puede erradicar con ningún tratamiento, sino que debe ser el propio sistema inmune el que lo combata.
En general, el papanicolau no duele ni causa molestias, aunque algunas mujeres pueden experimentar una ligera presión, sensación de pinchazos o incomodidad. Esto puede deberse a distintos factores, como la presencia de una infección que haya inflamado el cuello uterino.
Es fundamental que todas las mujeres en edad reproductiva y que ya hayan mantenido relaciones sexuales se sometan a revisiones ginecológicas para poder detectar cualquier tipo de problema en el cuello del útero que pueda evolucionar a un posible cáncer en el futuro. Y es que, en muchas ocasiones, este no manifiesta síntomas.