Los oligosacáridos son carbohidratos que están formados por 3-10 azúcares. Como esta estructura es más elaborada que la de los monosacáridos —que tienen una sola molécula de azúcar—, se les considera complejos. Los alimentos en los que se pueden encontrar son variados: legumbres, frutas, verduras, granos enteros, etc.
La función principal de los oligosacáridos es la de ser prebióticos, es decir, alimentan a las bacterias beneficiosas que hay en el intestino. De esta manera, estas se mantienen en perfecto estado, promoviendo su crecimiento para que la microbiota intestinal esté en equilibrio. Esto fortalece el sistema inmunológico.
Cuando la microbiota está sana, esto tiene varios beneficios para la salud intestinal. Para empezar, se absorben los nutrientes de los alimentos sin ningún tipo de problema, como el calcio o los minerales. Para terminar, se reduce el riesgo de enfermedades inflamatorias que pueden aparecer y generar síntomas muy desagradables.
En la industria de la alimentación, los oligosacáridos se emplean con la función de enriquecer los alimentos para que sean mejores nutricionalmente hablando. Por ejemplo, las barritas energéticas, los cereales y algunos lácteos pueden contenerlos para que sean más beneficiosos para la salud y puedan ofrecer un aporte interesante de prebióticos.