El inicio temprano de alzhéimer hace referencia a la aparición de esta enfermedad de forma precoz, ya que generalmente suele diagnosticarse a partir de los 65 años. Sin embargo, en este caso los primeros signos aparecen mucho antes, algo que no es lo habitual y, de hecho, su incidencia no es demasiado elevada.
Una persona con inicio temprano de alzhéimer puede recibir el diagnóstico después de los 30 y antes de los 60 años. Las causas por las que esto ocurre no están del todo claras, pero se cree que puede haber un componente hereditario. Es decir, si en la familia ha habido varias generaciones que han tenido esta enfermedad. No obstante, puede haber otros factores —ambientales, de estilo de vida, etc.— que influyen.
El diagnóstico precoz en el inicio temprano de alzhéimer es crucial, dado que cuanto antes se diagnostique, antes se podrán implantar medidas para ralentizar el avance de la enfermedad. Así se garantiza una mayor calidad de vida de los pacientes. Algunos de los síntomas en los que hay que fijarse son los siguientes:
Es muy fundamental realizar las pruebas adecuadas para descartar el inicio temprano de alzhéimer, ya que como explican desde la Alzheimer’s Association, en ocasiones, la sintomatología se atribuye erróneamente al estrés. Esto puede provocar un retraso en el diagnóstico que impactará negativamente en el paciente. Por lo que conviene no dar nada por supuesto hasta asegurarse de que esta enfermedad no es el problema.
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Los exámenes neurológicos, pruebas cognitivas y llevar un diario son algunos de los procedimientos que resultan útiles para el diagnóstico del alzhéimer, incluso, en su etapa más precoz. Y es que aunque el inicio temprano de alzhéimer no es común, si hay alguna sospecha o antecedentes familiares, hay que descartar esta posibilidad.