La histamina es un componente importante para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Se encuentra presente en todas las células del organismo y, dependiendo de su liberación y receptores, puede provocar diferentes síntomas o procesos de inflamación.
En una persona sana, la histamina se descompone mediante dos principales enzimas: DAO y HNMT. Una descomposición inadecuada de la histamina puede provocar la acumulación de la misma, provocando diferentes síntomas e incluso desarrollando la intolerancia a la histamina.
Además, existe una estrecha relación entre la histamina y determinados tipos de alergias, ya que si un alérgeno penetra en el organismo, puede comenzar la liberación de la histamina cuando los anticuerpos se unen al alérgeno. Esta situación puede provocar la aparición de síntomas como tos, picor, enrojecimiento de ojos, estornudos o inflamación. Por otra parte, existe una estrecha relación de la histamina con el sistema nervioso central al ser parte de la regulación de algunas acciones o funciones de la memoria, el sueño y el aprendizaje.
La liberación de la histamina puede ocasionar efectos en diferentes partes de nuestro organismo: músculos lisos, corazón, células endoteliales, células gástricas parietales, útero, médula ósea, leucocitos, neutrófilos, entre otras zonas.
En definitiva, aquellas personas con una leve actividad de la enzima DAO, pueden ver reducida la degradación de la histamina que obtienen a través de diferentes alimentos. Como consecuencia, ese exceso de histamina puede actuar en diferentes partes del cuerpo y provocar varios síntomas que, en ocasiones, podrían confundirse con los producidos por reacciones alérgicas. Algunos de los alimentos con mayor capacidad para liberar histamina son el atún, el aguacate, las avellanas, las espinacas, las fresas, los tomates y el chocolate, entre otros.