La obesidad es un problema de salud pública, ya que es un factor de riesgo para el desarrollo y la agravación de enfermedades crónicas. Share on X
La obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo y la agravación de enfermedades crónicas. Una mayor comprensión de la alimentación y la nutrición puede ser una herramienta para luchar contra este problema de salud pública.
Según lo expuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad puede definirse como la acumulación anormal o excesiva de grasa almacenada en el cuerpo que presenta un elevado riesgo para la salud de una persona.
La obesidad puede determinarse en función de los valores del Índice de Masa Corporal (IMC), un índice estadístico utilizado para clasificar a la población en función de su peso actual. Un IMC superior a 25 kg/m2 se considera sobrepeso y uno superior a 30 kg/m2 se considera obesidad.
Los datos publicados recientemente por la OMS revelan que, a nivel mundial, el 39 % de las personas mayores de 18 años tienen sobrepeso (lo que equivale a más de 1900 millones de personas) y que alrededor del 13 % de la población mundial es obesa1.
La comunidad científica pide que se revise la definición de obesidad
Su creciente prevalencia y su asociación con enfermedades crónicas no transmisibles han promovido el debate en la comunidad científica sobre la necesidad de cambiar la definición de obesidad.
Según han informado los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., a menudo, la obesidad se divide en las siguientes categorías:
- Tipo 1: IMC de 30 a < 35
- Tipo 2: IMC de 35 a < 40
- Tipo 3: IMC de 40 o superior (la obesidad de tipo 3 a veces se califica como obesidad «severa»)
El National Heart, Lung, and Blood Institute describe las causas del sobrepeso y la obesidad como elementos de comportamiento, como los patrones de alimentación, la falta de sueño y el ejercicio físico. La toma de ciertos medicamentos, la genética y los antecedentes familiares también desempeñan un papel fundamental.
Como explica la Federación Mundial de la Obesidad, es posible eliminar el estigma de que los pacientes son los únicos responsables del sobrepeso. Se ha determinado que hay una variedad de factores en el origen de la enfermedad crónica bajo la que se clasifica la obesidad. Al centrarse en las estrategias para gestionar esta enfermedad, se demostró que es posible tener resultados exitosos, a la vez que se eliminan las otras patologías asociadas.
La obesidad es un factor de riesgo para otras enfermedades
La obesidad es uno de los factores de riesgo para el desarrollo y la agravación de enfermedades crónicas no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus de tipo 2 o el cáncer.
Enfermedades cardiovasculares
Las enfermedades cardiovasculares están estrechamente relacionadas con los problemas de sobrepeso. Los estudios han demostrado que las personas con obesidad presentan un riesgo 5 veces mayor de desarrollar hipertensión y tienen un mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares.
Los problemas cardiovasculares entre la población con obesidad pueden incluso estar relacionados con el desarrollo de dislipidemia, es decir, los niveles elevados de colesterol total y colesterol LDL característicos del exceso de grasa corporal.
Diabetes de tipo 2
La diabetes mellitus de tipo 2 es otra enfermedad firmemente asociada con el sobrepeso. La evidencia infiere que el 90 % de las personas que tienen diabetes tienen un IMC superior a 23 kg/m2. Incluso en pacientes con obesidad metabólicamente saludables (es decir, con rangos normales de glucosa en sangre, presión arterial o triglicéridos), existe un aumento de aproximadamente 4 veces en el riesgo prospectivo de desarrollar diabetes.
Cáncer y otras condiciones clínicas
Además, el sobrepeso está relacionado con el aumento del riesgo relativo de algunos tipos de cáncer, la esteatosis no hepática, la osteoartritis y casos de infertilidad o impotencia sexual.
IMPACTO DE LA OBESIDAD EN EL COVID-19
La evidencia científica ha ido asociando múltiples factores de riesgo en relación con la gravedad de los síntomas, y la tasa de mortalidad observada en pacientes con COVID-19.
Los estudios han indicado que la edad y la presencia de enfermedades crónicas relacionadas con el sobrepeso (como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares) pueden estar relacionadas con el empeoramiento de los síntomas del COVID-19 y con una mayor mortalidad.
Sin embargo, la mayoría de los estudios relacionados con el COVID-19 no informan de la obesidad como factor de riesgo debido a la falta de información sobre el peso corporal o el IMC de los pacientes infectados.
Es importante señalar que, al ser una pandemia relativamente reciente, las pruebas científicas existentes son limitadas y no son muy sólidas. En un estudio de 383 participantes con COVID-19, el sobrepeso y la obesidad se asociaron, respectivamente, con un riesgo un 86 % y un 142 % mayor de padecer neumonía grave.
Otro estudio con 124 pacientes reveló que, independientemente de la presencia de comorbilidades, la necesidad de ventilación mecánica invasiva estaba asociada a un IMC superior a 35 kg/m2.
Los pacientes con obesidad, aunque frecuentemente presentan disfunción respiratoria, tienen más predisposición a desarrollar una neumonía. Además, la presencia de hipertensión, dislipidemia o resistencia a la insulina es indicador de una respuesta inmune cardiovascular o comprometida.
Todos estos factores pueden aumentar la susceptibilidad de las personas a la infección y contribuir a la gravedad del COVID-19
CÓMO PREVENIR Y COMBATIR LA OBESIDAD
Dado que la obesidad es una de las principales preocupaciones de salud pública, urge adoptar medidas preventivas para combatirla.
Aunque se trata de una enfermedad causada por varios factores, una nutrición inadecuada y un estilo de vida sedentario aparecen como algunos de los determinantes principales e incuestionables.
Por último, el enfoque necesario implica la promoción de un estilo de vida saludable, comprender los conceptos de alimentación y nutrición, y la implementación de políticas salud pública adecuadas.
Los conocimientos sobre alimentación y nutrición pueden ser un factor clave
Mejorar la calidad y el acceso a la información alimentaria y nutricional puesta a disposición de los ciudadanos es un factor clave para prevenir y combatir la obesidad.
Las personas informadas están más capacitadas para tomar decisiones alimentarias más saludables. En ese sentido, las campañas desarrolladas para promover una alimentación saludable son tan relevantes como el uso de modelos simplificados de etiquetado nutricional (como el semáforo nutricional), así como la regulación de la publicidad de alimentos dirigida a los niños.
CONCLUSIÓN
La asociación entre la obesidad y el desarrollo o empeoramiento de otras enfermedades crónicas se ha destacado y se ha respaldado científicamente desde hace varios años.
Más recientemente, el nuevo coronavirus ha puesto de relieve la importancia de combatir la obesidad. En un momento de pandemia, empeoró los síntomas y la mortalidad de la obesidad vinculada al COVID-19, que es una de las principales preocupaciones de la comunidad médica, política y científica. Resulta urgente adoptar medidas que permitan impulsar estilos de vida más saludables.
Así, al tiempo que se reducen los factores de riesgo como la obesidad o las enfermedades cardiometabólicas, será posible mejorar no sólo las complicaciones asociadas a la infección por el nuevo coronavirus, sino también el estado de salud de la población.